martes, 20 de octubre de 2015

MARCADORES DE HUELLAS






Parece que hoy recobra aún mayor actualidad el calificativo “marcadores de huella”. Lo formuló en el siglo pasado Jean Dubuffet para insultar a los artistas cuyo supuesto arte no era más que publicidad de sí mismos. Con esta expresión –que he tomado del excelente libro Artistas sin obra, de Jean-Yves Jouannais, y que lleva un magnífico prólogo de Enrique Vila-Matas– mostraba él su furioso rechazo de la egotización.
 
Abundan los escritores que se consideran tales por la gracia de su rendimiento cuantitativo. Creen que lo importante es escribir para añadir un libro a otro. Mientras más libros publiquen, piensan, mayor gloria alcanzará su nombre. En el actual contexto de crisis de la literatura encuentran su asentamiento. ¿O acaso no vivimos una época de tránsito de era que propicia la proliferación de esta clase de especímenes? La poderosa industria mercantil que gira en torno al libro impreso hace aguas. Sin embargo, antes de su caída –o transformación– se envalentona como lo hace con sus garras un animal que se ve acosado. 
Nunca antes, creo, se ha publicado tanto. Tampoco nunca antes, creo, han existido tantas editoriales que aceptan publicar manuscritos, sin atender a la calidad, a cambio de dinero. Se abre así una puerta a la banalización de la creación literaria y se multiplican, bajo nuevas modalidades, los marcadores de huellas. A todos ellos les une el afán de exaltar el propio ego y el desprecio por la herencia de los clásicos y por la lectura mal llamada culta. Su modo de proceder contrasta con el silencio elegido por Félicien Marboeuf, según algunos literatos el más grande de los escritores que nunca escribieron. “Tenía una concepción de la literatura tan idealizada”, dice Jean-Yves Jouannais en Artistas sin obra, “que nunca pudo creer que un hombre, quienquiera que fuese, pudiera un día tener el genio suficiente para darle forma.” Su ambición intelectual excesiva e inhumana, y no la falta de talento, le llevó a autoimponerse la no producción. Figura que ejerció, sin embargo, una enorme influencia en los escritores coetáneos, a él le debemos, entre otros, ideas y pasajes completos de la obra de Proust. Fascinó hasta tal punto a Borges, que este lamentó que hubiese existido de veras, impidiéndole así inventarlo.  

 

viernes, 16 de octubre de 2015

´LA SÉPTIMA VIDA´, DE CRISTINA R. COURT





LEGADO


Los hermanos se querían con un amor desesperado y feroz,

acaso por eso, por estar desesperadamente vivos.



Un vínculo arcaico que provenía de la usurpación de la infancia,

una precariedad insoportable que aboca a una cierta melancolía,

esa dicha o insana costumbre de estar triste.



Cuando se comparten privaciones fundacionales

- el abuso, la oscuridad, esa etnología de la crueldad –

los lazos tribales devienen sublimes.



Un amor apátrida, inalterable, sedimentado,

que nunca participa de la mutilación

o la fábrica del olvido.



Esa clase de amor al que aspira el discurso de la historia,

porque se beneficia de la gentileza mutua.



Y de una sabiduría del entusiasmo eremita,

una hondura que no reclama ruido

para ser el tiempo que nos queda.

 
Poema contenido en el libro LA SÉPTIMA VIDA, de CRISTINA R. COURT.
Editorial Verbum. Madrid, 2015.


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"Se concitan en estos relatos en prosa poética, La Séptima Vida,
las escalas de una mirada interior de supervivencia,
- siete vidas, cada una con su intensidad y delirio propio -
desde la celebración del vínculo con el otro hasta el sentido de la pérdida.
Restos de naufragios de la dicha y su privación, de un yo plural de voces.

Relatos sobre el concepto del colapso y del derrumbe. Su ontología.

Se trata de una escritura que se traslada al espacio en blanco
como si uno estuviera “a punto de ser abatido”.

Pero como sucede en la ontología del flamenco,
desde una secreta alegría del dolor trascendido.

La Séptima Vida, porque la autora quiere establecer un guiño con el diverso campo simbólico de este animal totémico, el gato y sus siete vidas, como deuda de amor a la tradición imaginaria de la cronología, en la que nos inscribimos.

Estos relatos poéticos integran ese mandato del “somos todas nuestras vidas”,
desde una suerte de destilación del tiempo y la memoria,
con el entusiasmo minado y desde la melancolía del desplome.

Y así con esta imagen, reivindicar la travesía de los descreídos, la percepción de los fabuladores que se alzan sobre la pesadez del mundo.

Un archivo de lo indecible, archivo de mudanzas y de esta vida todavía."

Seguir leyendo en la página de la editorial Verbum



martes, 13 de octubre de 2015

`HISTORIA DE UN JARDÍN MUERTO Y DE UN PÁJARO ROJO', DE MARÍA JOSÉ VIDAL PRADO



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De qué lugar recóndito
subían las palabras a mi boca.
Qué anónimos autores
escondían mis vísceras.
De sus oscuros movimientos
todo lo desconozco.

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MARIPOSA

Solo viviste para quedar clavada aquí,
en este verso,
mientras vuelan las manos
del que pasa la página.


Estos dos poemas pertenecen a
 

Histora de un jardín muerto y de un pájaro rojo. María José Vida Prado. Ediciones Vitruvio. Madrid, 2O15.


lunes, 12 de octubre de 2015

`DIME QUIÉN FUI´. SERGIO NARANJO.



Tengo claro por todos sus artículos, que Elisa Rodríguez Court representa algo así como la unión de lo contradictorio: lo delicado con lo firme; lo tierno con lo duro; los sueños y la realidad, por ejemplo. Y cuando vi la reseña de la presentación de este libro y de lo que trataba, me interesó. Estoy acostumbrado con Santiago Gil a ver la decadencia física desde el punto de vista de la persona que la sufre, pero este libro lo hace desde varias perspectivas, sin alharacas, sin campañas de promoción, sin pretender sentar cátedra.
Y el resultado ha sido abrumador: en ciento sesenta y siete páginas hay más densidad que muchos de más del triple.

                                                


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Dime quién fui. Elisa Rodríguez Court. Editorial Verbum. Madrid, 2015. Portada: Rafael Hierro.
Contraportada: Enrique Vila-Matas.


domingo, 11 de octubre de 2015

DE PADRES AUSENTES Y `DIME QUIÉN FUI´. POR JUAN-MANUEL GARCÍA RAMOS




El Perseguidor, suplemento de Diario de Avisos, dirigido por Eduardo García, publica la intervención de Juan-Manuel García Ramos en el acto de presentación de Dime quién fui en el Ateneo de La Laguna, Tenerife.


Dime quién fui. Elisa Rodríguez Court. Editorial Verbum. Madrid, 2015.
Portada: Rafael Hierro
Contraportada: Enrique Vila-Matas















sábado, 10 de octubre de 2015

SOBRE `DIME QUIÉN FUI´, POR JUAN CARLOS PORTERO




La muerte significa la pérdida de la costumbre de vivir. Elisa es lectora profunda: fue Vila-Matas quien le mostró una literatura donde el olvido son retazos de memoria y viceversa. Dime quién fui contiene elementos autobiográficos, maniobrados y reelaborados, servidos a una ficción que no distingue entre la verdad y la mentira. Una novela que enseña un camino que se agota, que asume la muerte y las consecuencias de huir de la verdad mediante la farsa y la trampa. Hablamos de la demencia senil que conduce a un anciano -el padre de la narradora- hacia la muerte.
 

                                                                 Seguir leyendo en LE COOL MADRID

viernes, 9 de octubre de 2015

LA REINVENCIÓN DE LA MEMORIA EN `DIME QUIÉN FUI´




        En la imagen junto a Elsa López y Juan-Manuel García Ramos durante la presentación en el Ateneo de La Laguna, Tenerife.                   


La canaria Elisa Rodríguez Court vuelve a la actualidad editorial. Lo hace con una novela que, en palabras del escritor Enrique Vila-Matas en la contraportada, le ha permitido "asistir a la fundación de una escritora, al tiempo que recrearme en la inmensa paradoja de mantenerme en vida mientras leía las diferentes muertes de una muerte. 
 

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Publicación en el periódico Canarias 7 (Cultura).
08.10.2015.-
                                              
Texto de Carmen Delia Aranda

Dime quién fui. Elisa Rodríguez Court. Editorial Verbum.
Portada: Rafael Hierro.
Contraportada: Enrique Vila-Matas.


martes, 6 de octubre de 2015

VIAJE VERTICAL Y VIAJE CIRCULAR



Me llega la feliz noticia de la publicación de El viaje vertical, de Enrique Vila-Matas, en Debolsillo. Recuerdo entonces un pasaje de mi novela Dime quién fui que hace referencia a este libro.
A diferencia del viaje sin retorno que emprende el septuagenario Federico Mayol en El viaje vertical, el viejo de mi novela regresa a casa tras permanecer fuera treinta y tres años.




domingo, 4 de octubre de 2015

AUTOMITOGRAFÍA






Me quedo perpleja cuando oigo hablar de novela autobiográfica. ¿No escribió Justo Navarro que para contar el escritor sobre su propia persona ha de traducirse antes a sí mismo? Quien se traduce a sí mismo se vuelve otro, de modo que es ese otro quien le dicta lo que escribe. Rilke expresó una idea semejante que convierte en sospecha cualquier intento de autobiografía. Una vez que los recuerdos se han hecho carne, vino a decir, el escritor los pasa de nuevo por la mente para escribirlos. Y en ese trayecto que va de los recuerdos al texto, la memoria, en palabras de Ray Loriga, se comporta como el perro más estúpido al que le lanzas un palo y te trae cualquier cosa. Por eso considero acertado y divertido que Enrique Vila-Matas acuñara en uno de sus libros el término automitografía  para referirse a la impostura o falacia de cualquier autobiografía. ¿Qué está inventando su imaginación que se presenta como memoria?, le pregunta un personaje a otro en una novela de este escritor. En la misma línea se mueve Rodrigo Fresán, quien escribe que los recuerdos son material sensible, volátil. Incluso pueden hacer –añade– que lo olvidemos todo.  

Se habla de novela autobiográfica y ambos conceptos parecen irreconciliables. Nadie podría negar que el escritor escribe solo de lo que conoce, bien directa o indirectamente. Para la escritura se vale de la propia experiencia, en la acepción más amplia del término. Pero la reelabora en la ficción. Y la ficción no distingue entre verdad y mentira. Lo contrario supondría negar la naturaleza de la literatura. Ficción es ficción y calificar de real un relato -escribió Nabokov- es un insulto al arte y la verdad. O como dijo Julian Barnes, las novelas cuentan mentiras hermosas, seductoras, que contienen verdades duras y correctas.

Existe la mentira que revela la verdad: esa es la ficción literaria, se lee en un libro de Joseph Roth. Es la idea que transmite Vila-Matas en una entrevista cuando le responde al periodista: “Si usted ha visto esos rasgos autobiográficos, significa que tiene información sobre mi vida cotidiana. Créame que cuanto más sencilla le parezca la relación entre una página de mi novela y mi vida, más se perderá la complejidad que pongo en movimiento en el libro, pues narro desde la ficción misma, es decir, lo real es creado a partir de la ficción.”