domingo, 27 de noviembre de 2016

LA MUJER DE LAVA




La mujer de lava nació de las entrañas del océano, de un quejido de mar. Tal vez nació para convertirse en refugio nuestro, de sus hijos. Llegábamos hace siglos, de noche, hambrientos, y ella nos esperaba. Dispuesta a guarecernos y a dormirnos en sus brazos. Durante nuestro sueño nos arrullaba, cantando bajito, mientras secaba nuestros sudores e iba curando las heridas después de tan largo viaje. Su nacimiento, las múltiples maneras de mostrase y nuestra travesía en ella son motivos de un poemario del excelente poeta José Miguel Junco.

Se titula La mujer de lava y está contenido en su libro de poemas, publicado por La Discreta, que lleva el mismo nombre. Supone un homenaje a la Isla, madre nuestra y de nuestros ancestros y hermanos. “En ti fuimos origen, // en ti interrogación, // en ti rumor de espuma, // en ti nos bifurcamos // asidos a tu vientre.”

Islas te llaman, dice un poema que alude en seguida a sus lindas ropas, a un pañuelo de nube y al mar que le persigue la cintura. Antes, sin embargo, trepó la lava vientre arriba y la mujer de lava se levantó del océano en erupción. “Todo el dolor del mundo // en un cuerpo que rompe.” El dolor de aquel sacudimiento permanece en su memoria y en la dicha diaria de existir.

En medio del mar hostil se supo de lava con más de siete destinos. “De lava para ser faro, // para ser abrevadero, // germen, surco, valle, todo.” Pero también “para dar paso a una historia // de espigas que se resisten, // de soles y de sequías, // de pura imaginación // al borde de un mar confuso.”

En el origen estaba ya señalado su sino en una danza loca de pétalos y lluvia. Su paciencia se nutre del recuerdo de la lava que la curte. Mientras tanto, los isleños cantan con su acento y “alrededor del fuego // los ancianos // refieren a los niños // cómo es que empezó todo.” Del misterio de la noche brota la imagen de la mujer que, en su regazo de lava, se está naciendo.




Diseño de la portada del libro: Marta Junco Parrilla.


FUENTE: EL QUINQUÉ. LA PROVINCIA-DIARIO DE LAS PALMAS.


domingo, 13 de noviembre de 2016

UN PASAJE DE `LAS SIETE VIDAS DEL CANGREJO´. REBECA GARCÍA NIETO.




«Como habrán deducido, somos una familia creyente, al menos yo lo soy, mi marido es otro cantar... Él es más de Cortázar, dice cada vez que sale el tema. De hecho, todo este invento de la rayuela es cosa suya. Dice que `Rayuela´ es su Biblia, que es una metáfora de la vida. (...) La vida, como un comentario de otra cosa que no alcanzamos, y que está ahí al alcance del salto que no damos.»

                                                     

                   Rebeca García Nieto.-


(en Las Siete Vidas del Cangrejo. Edit. Alegoría)



sábado, 12 de noviembre de 2016

MOVER MONTAÑAS



Adoro la expresión “autobiografía disfrazada de autobiografía”. La leí en La última posada, que Imre Kertész considera su diario de muerte. Me cautivó de inmediato por la ironía que encierra. También porque el resultado de su libro es una muestra de la falsa disyuntiva entre ficción y eso que se conoce con el burdo término de “no ficción” cuando se habla de literatura.

Me vino de nuevo a la mente la expresión de Kertész mientras leía Noches insomnes, de Elizabeth Hardwick. En esta novela, destructora de géneros literarios, lo ficticio y lo vivido se permean entre sí de manera constante. Su narradora tiene rasgos notorios de Elizabeth Hardwick. Ambas comparten el mismo lugar de nacimiento y múltiples amigos, trayectorias vitales y experiencias. Pero todo se manifiesta en su novela como atisbo. Lo que se cuenta parece ideado para ir desviando a los lectores del rastro y revelar. Se hace uso de la propia vida, pero de un modo oblicuo. El yo que habla son los otros. Noches insomnes es, por tanto, una prueba más del carácter ilusorio de la distinción en literatura entre ficción y no ficción. Los escritores cuentan inventando e inventan contando. En cualquier caso, ¿acaso vivir no es también crear una ficción? Ninguna necesidad, entonces, de ocultar un mundo bajo el disfraz de otro distinto. Lo que vale es la calidad literaria. El estilo, capaz de mover montañas.

La narrativa o mueve montañas o es aburrida, dijo David Foster Wallace. Sus palabras se las inspiró el señor Shulman, un anciano de una residencia de mayores donde el escritor pasó un largo verano como voluntario. Allí le leía la Divina Comedia al señor Shulman. Un día le preguntó de dónde era y él respondió: “De justo al este de aquí, de las Rocosas.” El escritor quiso corregirle: “Señor Shulman, las Rocosas están al oeste de aquí”. El anciano hizo un voilá con las manos y dijo: “Muevo montañas.” Foster Wallace se quedó con esa expresión y si se le preguntaba sobre el posible contenido autobiográfico de su obra, sabía la respuesta: “La narrativa o mueve montañas o se sienta sobre su propio culo.”

 


FUENTE: EL QUINQUÉ. LA PROVINCIA-DIARIO DE LAS PALMAS.

 

Imagen de Pedro Guerra.