sábado, 19 de abril de 2014

CARLOS SKLIAR


"El mundo es casi todo lo que no ves y donde no estás"

Carlos Skliar.-



Leer a Carlos Skliar es como darse ese baño de tumba del que habla Pablo Neruda en su poema “No tan alto”: “Hay que darse un baño de tumba// y desde la tierra cerrada// mirar hacia arriba el orgullo.” Cada pasaje de sus dos libros titulados No tienen prisa las palabras Hablar con desconocidos supone una fabulosa cura de humildad. A través de fragmentos poéticos conmovedores, Carlos Skliar parece denunciar, entre otros, la reducción de las cosas a lo que se ve a través de las estrechas rendijas de la mirada. Cómo no caer rendidos ante los pies de su escritura cuando leemos: “Abrir los ojos es, en cierto modo, pedirle perdón a todo aquello que alguna vez hemos ignorado”. Antes ha escrito que en los bordes laterales de los ojos habitan todas las cosas que decidimos no mirar y que nos hablan a raudales.

Con gran maestría aborda Carlos Skliar la distancia que va del ojo al objeto contemplado. No parece entonces extraño que hable también de las cosas que existen y no nos ven. “Por ejemplo: tu cuello no te ve. Una sombra no te sigue. La aurora no está dedicada a nadie en particular.” Y matiza: “Pero eso no es indiferencia. El mundo es casi todo lo que no ves y donde no estás.” Con humildad coloca al ser humano en el lugar que le corresponde, lejos de toda arrogancia. Así escribe en otro pasaje: “El secreto que no esperabas. En medio de un bosque de simetrías, la flor que no debería estar allí. Arrancarla con vehemencia o dejar que la tierra siga su propio curso. Sin ninguna de tus dudas.”

Sus libros reflexionan sobre el lenguaje y la escritura, cuestionando cualquier forma de aprisionar la realidad. Porque no solo existe lo que puede decirse, este escritor apuesta por una escritura abierta e inconclusa: “La escritura tiene miedo de cerrar sus manos. De acomodarse. De sentirse satisfecha. De darse por terminada.” Mientras tanto, declara que también se escribe de rodillas. “No acuclillado. Ni inclinado. De rodillas, como pidiendo perdón a aquello que no será nombrado”. De nuevo habla la humildad, pero como un modo de agradecimiento, porque “lo innombrable”, escribe, “es lo que induce y seduce a la escritura, una y otra vez. Tocando con la punta de la lengua lo que está fuera de la lengua. Escribir es merodear con la voz todas esas palabras deseosas de silencio.”


Carlos Skliar: No tienen prisa las palabras. Edit.Candaya. Barcelona, 2012.                                      
                            Hablar con desconocidos. Editorial Candaya. Barcelona, 2014. 








viernes, 11 de abril de 2014

KASSEL NO INVITA A LA LÓGICA. COLAPSO Y RECUPERACIÓN.


Escribe Enrique Vila-Matas en Kassel no invita a la lógica que a veces le parece divertido sentirse dentro de las novelas de otros. Es la misma diversión que experimentamos los lectores mientras leemos esta novela suya que transcurre en el espacio de la Documenta 13. Con entusiasmo recorremos las páginas del libro, dejándonos llevar de la mano del narrador en sus paseos erráticos por la mítica feria antimercantil de arte contemporáneo celebrada en Kassel.
Enrique Vila-Matas fue invitado a Documenta 13 con el cometido de convertirse en instalación artística viviente y sentarse a escribir cada mañana a la vista del público en un restaurante chino de las afueras. Su estancia en Kassel duró varios días, ofreciendo también una conferencia que llevaba el siguiente título de corte tan vilamatiano: Conferencia sin nadie. Su actividad principal consistió, sin embargo, en un fabuloso viaje andado hacia lo desconocido y más allá, ahí donde hablan los conceptos y las potencias invisibles del arte en sí.
Seix-Barral
Seix-Barral
Sobre su experiencia, llevada a la ficción, en la Documenta 13 trataKassel no invita a la lógica. Por eso no parece extraño que el protagonista de esta novela sea un paseante en continuo vagabundeo perplejo, que se deja sorprender por las maravillas entre las que se abre paso. Desdoblado de forma sucesiva y simultánea en diferentes personajes, se mueve de espaldas a las visiones trilladas sobre el arte. Frente al arte discursivo o plúmbeo sobre algo, mira de lleno a la cara del arte en sí y su alegre y feliz complejidad. Parece como si el paseante de Kassel realizara en el terreno, avanzando en sus reflexiones, lo que Vila-Matas ya escribiera en su texto de ficción crítica que da título a su libro Chet Baker piensa en su arte. Ideas que son aplicables a la literatura y al arte en general y que se relacionan con esa gran divergencia, señalada por Vila-Matas, entre una confortable narración y la realidad brutal del mundo.
De igual forma que este escritor apuesta por una literatura más próxima a la realidad bárbara, muda, sin significado, de las cosas, también busca el arte en sí. Ir al encuentro de la cosa y no de lo que se dice sobre la cosa. En este sentido no parece casual que a lo largo de Kassel no invita a la lógica se repita en varias ocasiones con cierta ironía fina la frase: “El arte hace, y ahí te las compongas”. Es esta, tal vez, una invitación a mirar de otro modo, ajeno a los prejuicios y a todo aquello que pone una camisa de fuerza al pensamiento. Quizás apunte a una manera distinta de ver que entronca con el ideal filosófico de Wittgenstein, del cual escribe Vila-Matas en un pasaje de esta novela que fue
“la búsqueda de lucidez liberadora, de apertura de la conciencia y del mundo; no quería ofrecer verdad, sino veracidad, ejemplos y no razonamientos, motivos y no causas, fragmentos y no sistemas.”
                                                         SEGUIR LEYENDO AQUÍ: REVISTA DE LETRAS 

martes, 1 de abril de 2014

´HABLAR CON DESCONOCIDOS`, DE CARLOS SKLIAR



Escuchar no es un gesto de estos tiempos, tal y como escribe Carlos Skliar en su magnífico libro titulado Hablar con desconocidos. Hoy en día parece que se habla a cambio de que otros callen. “Los conocidos hablan para conseguir adeptos, para entronizarse, para despotricar, para decir todo aquello que ya no es necesario oír.” Y cada vez que alguien dice “es normal”, la conversación se interrumpe. La normalidad se impone entonces como encubrimiento, como una ofensa a la posibilidad de pensar lo inexplorado y desafiar las falsas certezas.

En este terreno de lo desconocido es por donde se desliza la escritura bellamente poética de Carlos Skliar en su libro. Es cuestión, sugiere Skliar, de no dar ni el mundo ni a los otros por entendidos. Tampoco a uno mismo, porque todo lo que sabemos de nosotros proviene de cada una de nuestras ignorancias. Lo desconocido se oculta bajo la tiranía de lo conocido, ese tipo de saber presuntuoso que reduce la vida al registro ciego y arbitrario de los acontecimientos. Se trata, por tanto, de sentir y pensar el encuentro con los otros, desconocidos, pensándose también como un desconocido. Conversar con los demás y escuchar como “si dejaras tus oídos en medio del camino y prescindieras de cada palabra conocida. Como si cada desconocido encarnase la posibilidad de una verdad.” Dicho de otra manera, alejarse de uno lo suficiente como para volverse la voz ilegible de un extraño.

Este modo de relacionarse con los otros, lejos de potenciar la propia sensación de estar encantado de conocerse a sí mismo, arranca a cualquiera de su ombligo. Lo contrario supone desencuentro, porque, como escribe Carlos Skliar, “un hombre limitado a su circunferencia jamás se encontrará con otro hombre que sólo camina en línea recta”. Frente a la obscenidad del yoísmo, lo mejor es callarse si se quiere que algo suceda. Mantenerse en silencio, escuchar durante esos instantes sin uno en donde nace el mundo y encontrar allí los propios hallazgos. “Soy hombres, mujeres y ancianos que no soy. Estoy hecho de desconocidos que me hablan sin hablarme. Y que, cuando yo hablo, no se sueltan de mi voz”, dice este escritor.
Sobre ello y muchos más asuntos de la vida escribe Carlos Skliar en Hablar con desconocidos. Un libro de asombros, capaz de ruborizar a quienes se erigen en jueces exclusivos de la verdad. 


  Carlos Skliar. Hablar con desconocidos. Editorial Candaya. Barcelona, 2014.-