martes, 26 de febrero de 2013

LANZARSE A LA VIDA



Leo Juventud de John M. Coetzee y me acuerdo de nuestros jóvenes, obligados a emigrar y buscar trabajo. En un pasaje de este libro el joven John se encuentra en Londres. Es un recién licenciado en matemáticas e inglés que quiere ser escritor. Ha emigrado desde Ciudad del Cabo hasta la capital inglesa, por motivos personales y huyendo de la situación compleja de su país, y busca trabajo. Después de aceptar uno bastante bien pagado, cambia de opinión y renuncia a él. 
Un anuncio en un periódico le lleva hasta Rothamsted, importante explotación rural en las afueras de Londres. La entrevista va bien y le ofrecen un trabajo de planificación y análisis que no le exige mancharse las manos. Se pone muy contento, porque, además, pagan un salario alto. "¡Menuda suerte! Trabajar en Rothamsted! ¡En Sudáfrica no se lo creerán!", proclama. Observa, sin embargo, una pega. Le obligan a alojarse en el pueblo o en las viviendas subvencionadas por el ayuntamiento. Como el horario es irregular, deberá residir, como todos los demás agentes, cerca de la explotación.
"Su victoria hecha añicos", escribe Coetzee. "¿Qué sentido tiene ir de Ciudad del Cabo hasta Londres para alojarse en una vivienda municipal subvencionada a varias millas de la ciudad y levantarse al romper el alba a medir la altura de las judías? Quiere unirse al equipo de Rothamsted, quiere descubrirle una utilidad a las matemáticas con las que ha trabajado durante años, pero también quiere acudir a recitales de poesía, conocer a escritores y pintores, tener aventuras amorosas." Quiere vivir. 
El joven John termina declinando la oferta. Rechaza un despacho, un título, una estructura, una buena paga, una estabilidad con posibilidad de ascenso, porque el trabajo no está en su ciudad soñada, Londres. Sabe que los periódicos están llenos de anuncios en busca de trabajadores y puede elegir, al contrario de lo que ocurre hoy. En la actualidad nuestros jóvenes no emigran para lanzarse a la vida tal y como les corresponde. Parten para procurarse de cualquier modo el pan, desgastándose y dejando de vivir.

Fuente: EL QUINQUÉ. La Provincia-Diario Las Palmas


miércoles, 20 de febrero de 2013

lunes, 18 de febrero de 2013

LITERATURA, IDEOLOGÍA Y COMPROMISO


Preguntarse por las posibles relaciones entre literatura e ideología o compromiso no parece un asunto insignificante. En nombre de ideologías se han elaborado novelas pudibundas. También ciertas perspectivas moralistas han dado como resultado obras literariamente intragables.
Si bien la literatura puede contribuir a la ampliación de miras de los individuos y elevar su nivel de conciencia, cuando no quebrar la visión unidireccional del pensamiento,  carece de propósito para cambiar el mundo.

Continuar leyendo en Revista de Letras.

FUENTES:
. Alfabetos. Ensayos de literatura. Claudio Magris. Traducción de Pilar González Rodríguez. Anagrama (Barcelona, 2010)
. La habitación del poeta“El escritor”. Robert Walser. Traducción de Juan de Sola Llovet. Edición y epílogo de Bernhard Echte. Siruela (Madrid, 2005)
. El viento ligero en Parma. Enrique Vila-Matas.  Sexto Piso (Madrid, 2008)
. Aire de Dylan. Enrique Vila-Matas. Seix Barral (Barcelona, 2012)
. El telón. Ensayo en siete partes. Milan Kundera. Traducción Beatriz de Moura. Tusquets (Barcelona, 2005)
. Cartas a Louise Colet. Gustave Flaubert. Traducción, prólogo y notas de Ignacio Malaxecheverría. Siruela (Madrid, 2003)
. Aquí y ahora. Cartas 2008-2011. Paul Auster y J. M. Coetzee. Traducción Benito Gómez y Javier Calvo. Anagrama & Mondadori (Barcelona, 2012)




jueves, 7 de febrero de 2013

`AIRE DE DYLAN´, DE VILA-MATAS. SOBRE EL TRABAJO SECRETO CON LA CONCIENCIA.



PASAJE DE AIRE DE DYLAN DE ENRIQUE VILA-MATAS SOBRE LOS ESCRITORES Y EL TRABAJO SECRETO CON LA CONCIENCIA, LEJOS DEL GRAN ESPECTÁCULO DEL MUNDO:

"Me entretuve en el bar con un colega muy pesado (...) que no paró de hablarme de la cantidad de cosas con las que tenemos que competir los novelistas en el mundo actual, tantas - me decía desesperado ese horrible colega- que se planteaba tirar la toalla, porque hoy en día obtener la atención para una novela es mucho más difícil de lo que antes solía serlo, pues cada vez los escritores debemos convivir con más atracciones y diversiones, crisis económicas, invasiones de países árabes, rivalidades futbolísticas, amenazas para la supervivencia, hambrunas y crímenes horrorosos, podridas bodas reales, terremotos devastadores, trenes que descarrilan y no precisamente en la India...
Rearmándome de una sensatez que siempre he detestado, pero que a veces he de rescatar de lo más hondo de mi espíritu para corregir a los idiotas, le expliqué que era monstruoso y absurdo ver como "rivales" a todas esas cosas que me había estado nombrando. ¿O es que no lo comprendía? Le cité una caricatura que había hecho de un intelectual el dibujante Daumier; en ella se veía a una dama de aspecto severo que hojeaba enfadada el periódico en la mesa de un café. "No hay más que deportes, caza y disparos. ¡Y nada de mi novela!", se quejaba.
Ahí estaba, bien evidente, el gran error: creer que un libro tenía que competir con el último asesino en serie o con el último caudillo árabe destronado. ¿O acaso escribimos para los que siguen las noticias de lo que ocurre en Wall Street, en Siria, en Libia, en Irak, en Grecia, en Japón y en la pujante China?
Los hacedores de esas noticias todas tan tremendas, decía Bellow, piensan en la conciencia como un territorio que se acaba de abrir para los colonizadores y la explotación, una especie de fiebre por la tierra de Oklahoma. Pero en realidad el escritor le habla a un lector indefinido, pero que de algún modo imagina que tiene que ser como él, alguien que no se deja ahogar del todo por los cien mil atractivos de Oklahoma y en cambio se muestra interesado por el esfuerzo grandioso que hay que hacer, a menudo un esfuerzo secreto y más escondido, para poner en orden la confundida conciencia.
Ese trabajo secreto con la conciencia, traté de explicarle al odioso colega, que miraba cada vez más hacia otro lado, se desarrolla en perímetros alejados del gran espectáculo del mundo. (...)
Ese trabajo secreto con la conciencia no se ve jamás en la televisión, no es mediático, habita en las viejas casas de la vieja literatura de siempre".