jueves, 28 de marzo de 2013

LA MUERTE DE LA LITERATURA POR PARTIDA DOBLE: A PROPÓSITO DE ´MAGMA´ DE LARS IYER


                                                                 

.Decir que la Literatura ha muerto es a la vez empíricamente falso e intuitivamente cierto. (Lars Iyer)
.Después de todo, tras el terremoto que desató en el lenguaje, los más lúcidos sucesores de Joyce nos parecen hoy sobrevivientes caminando entre los cascotes, bajo un cielo insondable sin estrellas, deteniéndose ante las pocas hogueras –y aún gracias– que arden. (Enrique Vila-Matas)
.He aquí el hombre íntegro arremetiendo contra su calzado cuando el culpable es el pie. (Samuel Beckett)
MagmaSi tuviese que elegir una cita que definiera Magma, novela de Lars Iyer, habría recurrido a la que abre este texto. Pertenece al propio Lars Iyer, aunque no a esta novela,  excelentemente traducida porJosé Luis Amores y editada en Pálido Fuego. Está contenida enDesnudo en la bañera, asomado al abismo (Manifiesto literario tras el fin de la literatura y los manifiestos). Se trata de un escrito que recomiendo fervientemente, si se desea captar en una mayor dimensión aquello de lo que se habla en Magma.
Esta novela parece desplegarse desde dos perspectivas que se entrecruzan hasta confundirse en una sola que podría llevar la firma “no hay salida para la literatura”. O tal vez: “la única salida posible es reconocer que no hay salida”. A partir de este reconocimiento se vislumbraría, quizá, el camino a seguir. 
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sábado, 23 de marzo de 2013

PRESENTACIÓN DE ´CIENTO VOLANDO', POEMARIO DE BERBEL


VIERNES 22 DE MARZO DE 2013

PRESENTACIÓN  DE CIENTO VOLANDO
AUTORA: BERBEL
PRÓLOGO: ALICIA LLARENA
EDICIONES VITRUVIO. MADRID 2013
PRESENTADORES: ALICIA LLARENA Y FERNANDO CABRERA MARTÍN



LUGAR: CASA DE COLÓN, LAS PALMAS DE GRAN CANARIA 








jueves, 21 de marzo de 2013

ME LLAMO COMO TODO EL MUNDO



Si es cierto que el nuevo Papa conoce la obra de Borges, tal vez también sabrá de las palabras de Eric Satie descubiertas en su cuarto al poco tiempo de su muerte. Un Papa tan leído tendrá probablemente conocimiento de que este músico dejó encerrados en cajas de puros más de cuatro mil rectángulos minúsculos de papel escrito. En ellos se muestran descripciones de paisajes imaginarios, greguerías, dibujos, apuntes burlescos, instrumentos musicales inventados e incluso órdenes religiosas inexistentes. En uno de estos papelitos escribió: "Me llamo Eric Satie, como todo el mundo."
De tener conocimiento el Papa de esta frase, ya célebre, habría podido pronunciarla en el momento de comenzar su divino reinado en la tierra. Habríamos leído y escuchado en todos lados: "Me llamo Francisco, como todo el mundo".
No importa que el posible sentido de la frase en el caso de Eric Satie se debiera a su tremendo desprecio por el género humano. No en vano escribió: "Cuanto más conozco a los hombres, más amo a los perros." Las palabras tienen esas cosas. Una frase puede expresar a la vez dos ideas que se contradicen. En el caso del Papa parece plausible pensar que la frase en sus labios habría guardado relación con una muy alta estima por los seres humanos. O al menos es lo que se deduce de la información que recibimos, ¡oh!, de los medios.

viernes, 15 de marzo de 2013

EXPERIMENTOS CON LA VERDAD



El hombre perdió las gafas en su casa, pero por mucho que las buscó no dio con ellas. Fue al cabo de las horas cuando las encontró donde solía dejarlas habitualmente. Ahí descansaban a un lado del escritorio, quietecitas como la carta robada del cuento homónimo de Edgar Allan Poe. Un magnífico relato cuya lectura propongo a quienes no lo conozcan.
En verdad, es esta una recomendación que me habría gustado hacer en la columna que escribo sin tener que inventarme un sujeto que pierde sus gafas y las busca hasta descubrir que están donde siempre. Pero tan fácil no es intentar darle coherencia a un texto. De igual modo me parece difícil aterrizar ahora, como quiero, en la ilocalizable pintura de la que habla un relato de Paul Auster, incluido en su libro Experimentos con la verdad.
He de reconocer, llegado este momento, que mi único propósito en esta columna era compartir con los lectores, y no saber cómo, la curiosa anécdota polisémica que relata Auster al respecto. Porque en alguna medida me remitió a La carta robada, inventé la historieta de las gafas perdidas como excusa para llegar a Poe y desde ahí dar el último salto. (Continuar leyendo)