miércoles, 24 de julio de 2013

LAS EDADES DE LA ROSA



“La rosa” es mucho más que un bar, una cafetería o una terraza. Ubicada en la plazoleta Farray de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, acaba de cumplir sus 30 años. Por eso recientemente, agasajados con generosidad por la propietaria de este local, Rosa Baute, Rosi, y su magnífico equipo, Pedro, Jose, Marcos, Gardel y Servando, pudimos festejar por lo alto el cumpleaños. Durante largas horas que se prolongaron hasta el fondo de la noche, iban y venían innumerables personas de diferentes partes que no quisieron perderse este señalado evento. El costado de la plaza donde se halla la terraza aparecía lleno de gente alegre bebiendo, comiendo y charlando, olvidados de las propias obligaciones.

Celebrábamos, es cierto, 30 años de rosas. Pero también, y sobre todo, asistíamos al homenaje de ese entrañable lugar atemporal de encuentro que tiene todas las edades. Aquellas que con el inexorable transcurso del tiempo nos han venido haciendo hasta hoy. De ahí que “La rosa” esté impregnada de biografías particulares. Es nuestro rostro singular y a vez colectivo, en cuyas marcas un sinfín de memorias ha juntado sus aguas.  (CONTINUAR LEYENDO)

FUENTE:  EL QUINQUÉ. LA PROVINCIA-DIARIO DE LAS PALMAS

viernes, 19 de julio de 2013

MIRARSE DESDE FUERA



Navegar con Google Maps puede resultar una experiencia inquietante, particularmente si el objetivo del viaje es el propio entorno habitual. Se sabe que a través de este tipo de mapas digitales se consigue observar desde arriba y desde los costados. Con la vista se es capaz de abarcar un continente, un país, una ciudad, un barrio, una calle, una plaza.

Google Maps ofrece incluso la posibilidad de enfocar la mirada en una casa concreta, como la propia, y hacer zoom sobre el zaguán o cualquier detalle de la fachada. Qué impresión de extrañeza dar de pronto con la ventana detrás de cuyos cristales estamos sentados justo en ese momento ante la pantalla. Nos puede asaltar la sensación de estar mirándonos a nosotros mismos desde el exterior. Se produce así una especie de desdoblamiento. Nos hallamos dentro y fuera en una existencia paralela.

El desplazamiento en Google Maps por los alrededores de nuestra vivienda parece que también  produce un efecto sorprendente. Reconocemos todos los pormenores que enfoca nuestro ojo. El entorno se presenta igual de familiar que en los momentos en que transitamos las calles de siempre. Sin embargo, este se muestra inmóvil, como si el fin del mundo hubiese llegado de repente y la realidad hubiera quedado interrumpida en su último instante de existencia. Los vehículos en plena circulación detenidos irremisiblemente y la gente convertida en estatuas exhibiendo su último gesto dan testimonio de la suspensión de la vida. Es entonces cuando, viajando con Google Maps, uno puede sentirse un muerto que mira un mundo que ya ha dejado de pertenecerle. O creerse el único superviviente de una realidad de espectros.

Cabe igualmente lanzarse a la calle, tal y como hace Félix, uno de los protagonistas de La experiencia dramática, novela de Sergio Chejfec que ha inspirado estas letras. Adicto a los mapas digitales, mientras navega por la superficie de la ciudad percibe los objetos físicos “como si no fueran más que una réplica espacial medio adormecida de aquello señalado por los mapas, y encontraran su justificación en esa existencia complementaria.”

lunes, 8 de julio de 2013

´SALIENDO DE LA ESTACIÓN DE ATOCHA´, DE BEN LERNER (PERSIGUIENDO EL ECO VILAMATIANO)


Preguntar de qué trata Saliendo de la estación de Atocha, primera novela del poeta Ben Lerner (Kansas, 1979), me parece un fatal comienzo que no lleva a ninguna parte. Por fortuna, lo destacable en ella  no son historias que se cuenten extraídas de una realidad ya suficientemente conocida como para seguirla reproduciendo con fidelidad. Eso queda en manos de los acérrimos novelistas realistas, a los cuales se les podría destinar aquellas palabras de Goethe que dicen que si uno pinta a su perro tal cual es, naturalmente tendrá dos perros, pero no una obra de arte.
Si bien el escenario de esta novela es principalmente Madrid, aunque también otras ciudades de la geografía española, el ámbito que transita Ben Lerner es antes el revés de la realidad. En este sentido, su escritura camina en la misma dirección que la de Enrique Vila-Matas, escritor que ha recomendado Saliendo de la estación de Atocha en su web. Con estilos narrativos propios, sus particulares voces parecen compartir lo que Vila-Matas denomina la vía Finnegans en su libro Chet Baker piensa en su arte (Debolsillo, 2011). Una perspectiva que entronca con la literatura que, más cerca del corazón de las cosas, prefiere desplegar el arte de lo negativo. Con otras palabras, desarrollar la capacidad de introducirse en el núcleo incomunicable de nuestro interior. En expresión de Vila-Matas, adentrarse en “el núcleo duro de lo esencial, la nebulosa del ser verdadero, la bruma de la identidad profunda que es siempre extraña y extranjera”. (CONTINUAR LEYENDO EN REVISTA DE LETRAS)


lunes, 1 de julio de 2013

ABANDONAR LA ESCRITURA



También los escritores están hechos de carne mortal. No parece, por tanto, extraño que, llegado el momento, por cuestión de avance de edad dejen de escribir.
Todos sabemos que con el transcurso del tiempo las personas no podemos seguir haciendo las mismas cosas que antes. Por lo general el cuerpo es sabio y tampoco nos apetece en muchas ocasiones llevar el mismo tipo de vida que cuando éramos jóvenes. ¿Por qué en el caso de los escritores ha de ser diferente?


Hay escritores que escriben hasta el final de sus días y también los hay que detienen la escritura cuando, ya mayores, no quieren o no pueden seguir escribiendo. ¿Qué hay de especial en el retiro como para que los medios se hagan eco de ello? Lo que queda es la obra literaria que seguirá viva, en sus múltiples e inacabables lecturas, si lo merece. Libros a los que no influye esa cosa llamada tiempo, fuerza invulnerable que nos afecta a los seres mortales.


En los últimos tiempos se ha dado cuenta públicamente de la renuncia de determinados escritores a seguir escribiendo. Entre otros, Sergio Pitol,  Philip Roth, Imre Kertèsz, y días atrás, Alice Munro.
Al margen de los motivos de cada cual, todos ellos superan los 80 años. Una realidad que no requiere de excusas para proclamar que ya basta. Así lo ha expresado la repetida candidata al Premio Nobel Alice Munro: “Hasta acá.” Y ha añadido: “No es que no ame escribir, pero llega un momento en que tu modo de pensar la vida es distinto. Y quizás cuando tenés mi edad, ya no querés estar sola como debe estarlo un escritor.”


Hay, por lo demás, escritores y escritores. Unos pasean su ego por el mundo a lo largo de su travesía vital y lo engordan cuando llega el momento de su retiro. Otros, en cambio, se distancian de cualquier modalidad de vanidad en la hora de su desapego. Reconocen que envejecer es ley de vida. Saben que no solo ellos abandonan la escritura, sino que también esta los abandona a ellos.



FUENTE: EL QUINQUÉ. LA PROVINCIA-DIARIO DE LAS PALMAS.