sábado, 20 de abril de 2013

SER LIBRES



Es un problema bastante grave no saber lo que uno quiere, leo en la novela Socorro, perdón de Frédéric Beigbeder. El narrador se refiere a la necesidad de todo el mundo de tener objetivos precisos en la vida.
Me pregunto si acaso no saber lo que se quiere sea una característica bastante frecuente en nuestros tiempos a este lado de la orilla. En concreto, de los más jóvenes, ya no por encontrarse extraviados, estado propio de una edad temprana, sino porque nuestra sociedad ha vuelto borrosas las posibilidades de cumplimiento de los propios propósitos. En cierta medida, en la actualidad se les cierra el paso a sus aspiraciones particulares relacionadas con el estudio y el trabajo. ¿Para qué entonces hacer planes de futuro?, cabe preguntarse.
Sin sueños nos transformamos en un animal anodino, un paseante extraviado. Estamos vacíos o perdidos. Puede que durante un tiempo esta situación pueda resultar agradable, como cuando te equivocas de calle en una ciudad extranjera, sigue diciendo el narrador de Socorro, perdón. Aprovechas la ocasión para vagabundear, retrasar el momento de preguntar el camino, sentarte y mirar las nubes, como un mamífero que pasta en la naturaleza. Pero muy pronto el pánico gana terreno. Escribe Beigbeder: "Te registras los bolsillos en busca de un mapa, de un refugio o de un estuche de GPS. Echas manos de los indígenas. Llamas a taxis... Es complicadísimo ser libre".

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