sábado, 22 de diciembre de 2012

SOCIEDAD LETAL


Tres años antes de suicidarse cuenta Sándor Márai en una entrada de su Diario de 1986 que fue a una tienda estadounidense para comprarse un revólver. Rellenó el formulario de la policía y el vendedor le entregó la pistola, empaquetada con esmero, además de 50 balas.

Cuando le advirtió que no iba a necesitar tanta munición, el vendedor se encogió de hombros y contestó con indiferencia que eso nunca se sabe.

Dice que en el establecimiento se exponían toda clase de armas, escopetas de caza, fusiles ametralladores. "En América todos los ciudadanos tienen derecho a ir armados", escribe Márai, y relata su viaje en taxi de vuelta a casa. El chófer le pregunta qué ha comprado y asiente al saber que se trata de un revólver. "Siempre viene bien", le dice.

En otra entrada del mismo Diario escribe Márai sobre el derecho a la tenencia de armas de fuego, garantizado por la Constitución estadounidense. Cuenta que un folleto anuncia que en ese momento hay 120 millones de armas en propiedad de particulares. También habla de las clases didácticas sobre cómo se manejan las armas. Escribe: "Los alumnos escuchan atentos y en silencio. Las clases para matar, o mejor dicho, la enseñanza reglada para impartir la técnica de matar y suicidarse, constituyen un extraño ejemplo de dónde vivimos y qué valor tiene la vida en este país."

Me vinieron a la mente estas notas de Sándor Márai de hace casi 27 años cuando me enteré de la terrible matanza en la escuela primaria de Estados Unidos.

"¿Por qué, por qué?", gritaba desesperada una mujer a la entrada de la escuela.
"¿Por qué, por qué?", se pregunta también Edipo en la obra de Sófocles en su intento de averiguar quién es el culpable de la peste que asuela la ciudad. Mientras este se comporta como un detective que durante la investigación descubre que el culpable es el propio detective, porque nadie es inocente, Estados Unidos se afana en diseñar un perfil patológico para el asesino y así poder explicar el móvil de la masacre.

Fuente: El Quinqué. La Provincia-Diario Las Palmas