El Captain no creía que en sus poemas pusiera lo que ella decía poner en ellos. Lo que ponía en realidad, el Captain lo ignoraba. (...)
El Captain había sufrido. Una verdadera condena. Como si ella le hubiera traicionado, como si ella hubiera tenido otra vida paralela a aquella que él había creído suya. (...) Una vida clandestina, oculta, incomprensible, vergonzosa tal vez, más dolorosa aún para el Captain que si ella le hubiera sido infiel con el cuerpo.
Marguerite Duras
(en EMILY L. Traducción de Clara Janés. Editorial TusQuets.)