sábado, 8 de diciembre de 2018

CONCURSOS LITERARIOS

                                                            Imagen de Pedro Guerra


No parece extraño que los escritores se pregunten si los concursos literarios son limpios. Cuando concurren con una obra a un premio piensan a menudo que el resultado del certamen podría haberse decidido previamente. No trato de generalizar. Hay premios literarios que se libran del amaño, pero la desconfianza y la incertidumbre que experimentan los escritores están, creo, del todo justificados.

A veces se conforman con la posibilidad de quedar finalistas y así poder negociar –nunca mejor empleado este verbo– con alguna editorial la publicación de su obra en circunstancias menos desfavorables. De todos modos, cabe también preguntarse si la figura del finalista en concursos donde intervienen editoriales no es en muchos casos un invento con ánimo de lucro. Una maniobra dirigida a la promoción de la editorial y a la captación de nuevos escritores. Con la convocatoria de un certamen literario dan a conocer los editores su empresa y atraen a posibles candidatos que se someterán luego a condiciones despiadadas. Encima, los finalistas, emocionados por haber arañado el premio, podrían contactar con la editorial y conseguir la publicación de sus manuscritos. Quizá obtengan a cambio una pequeña rebaja económica.
  

Motivos sobran, sí, para que los escritores que presentan sus obras a concursos literarios desconfíen y se sientan defraudados. De entrada, no tienen la garantía de que el jurado lea sus manuscritos. Un comité invisible de expertos sin nombre se encargará de realizar la primera gran criba. Nadie sabrá, ni siquiera al final del proceso –nunca mejor empleado el sustantivo, gracias a Kafka–, quiénes son sus miembros y cómo han sido nombrados. Sobre un puñado de técnicos desconocidos recae la decisión más importante del certamen: la selección de obras que pasan al jurado encargado de valorarlas y de premiar una entre las finalistas. Atrás quedarán otras, la mayoría, que tal vez habrían obtenido una valoración alta del jurado. Eso, claro, en el supuesto caso de que no haya una confabulación para conceder el premio a un manuscrito antes de comenzar el concurso.


FUENTE: EL QUINQUÉ. LA PROVINCIA-DIARIO DE LAS PALMAS.