No puedo decir nada.
No puedo escribir nada.
Debería existir una escritura de lo no escrito. Una escritura breve, sin gramática, una escritura de palabras solas. Palabras sin el sostén de la gramática. Extraviadas. Ahí, escritas. Y abandonadas, de inmediato.
Ese hecho inagotable: la muerte [por jugar a la guerra] de un niño de veinte años asesinado por las baterías alemanas justo el día de la paz.
Marguerite Duras
(en 'La muerte del joven aviador inglés'. Trad. de Ana María Moix. TusQuets.)