Estar solos, recluidos en el propio cuarto, es el destino de
los escritores.
Así lo consideraba también August Strindberg. Pero en la
soledad sentía a veces
sobrecargarse su cabeza, amenazando con estallar. Los
escritores deben por eso
observarse, propuso en Solo,
libro
memorable donde aparece un pasaje sobre la tensión entre el
ejercicio de la
escritura y la lectura. Él procuraba, en cualquier caso,
contrarrestar lo que
salía y entraba en su mente.
“Tengo que hacer todos los días
un esfuerzo de
exteriorización, escribiendo; y una recepción de cosas nuevas,
leyendo”, dijo. Cuando
se pasaba el día entero sumergido en la escritura le acometía
al atardecer un
vacío indecible. Se quedaba agotado y con la impresión de no
tener nada que
decir. Y dedicar todo el tiempo a la lectura le hacía sentir
tan lleno como si
fuese a reventar.
El arduo intento de mantener un equilibrio entre lectura y
creación literaria
define, tal vez, el quehacer de los auténticos escritores.
¿Cómo considerar
escritor a quien no lee y hace de la escritura un orinal de
sus emociones? “Soy un
lector que escribe”, declaró en una
entrevista Enrique Vila-Matas, prototipo del verdadero
escritor. Parte del
interés que despierta su obra, a juzgar por la recepción de
sus libros, se
atribuye a que invita al lector a participar en la búsqueda
que este escritor
emprendió en el momento de escribir. Escribe también, por
tanto, para leer
sobre lo que quiere hablar en la escritura.
Imagino a los escritores entregados a la creación de una nueva
obra. Avanzan a
tientas, pero firmes, de modo ininterrumpido. ¿No sufren,
acaso, durante horas
interminables por la llamada de otros libros que les reclaman
desde la
estantería ser leídos? Sufren, supongo, porque una vez dentro
de la escritura,
hasta el cuello. Mientras escriben su nuevo libro se ven
obligados, es
probable, a concentrarse en la exploración de un material que
se relacione con
su proyecto en marcha. ¿O tendrán la capacidad de suspender
este para
ajustarse a un horario previamente establecido?
FUENTE: EL QUINQUÉ. LA PROVINCIA-DIARIO DE LAS PALMAS.
Imagen de Pedro Guerra.