La vida
es un juego que va en serio, parece insinuar Rebeca García Nieto en su nueva
novela Las Siete Vidas del Cangrejo. No
en vano, entre las múltiples referencias literarias que abundan en el libro
destaca Rayuela, de Julio Cortázar. Escribe el escritor argentino, convirtiendo la
rayuela en metáfora de la vida: “La rayuela se juega con una piedrita que hay
que empujar con la punta del zapato. Ingredientes: una piedrita, un zapato, y
un bello dibujo con tiza, preferentemente de colores.”
Rebeca García Nieto se apropia de la idea que subyace bajo esta cita para construir con gran sentido de la ironía los siete relatos, de atmósfera kafkiana, que constituyen la primera parte de Las Siete vidas del Cangrejo. En esta aventura, se dice en uno de ellos, no gana quien llega antes, sino quien sigue sobre el tablero. Difícil, sin embargo, continuar el juego como si nada pasase cuando la vida se tuerce profundamente. “Hay veces en que esta te mete la cabeza en la taza del váter”, proclama un personaje del libro, “y amenaza con tirar de la cadena”. Son esas situaciones límites y la capacidad de hacerle frente al sufrimiento lo que une a los protagonistas, que en apariencia nada tienen en común, de esta novela coral. Viene a ser en la segunda parte del libro cuando se revela la interconexión estrecha entre los siete individuos.
En Las Siete Vidas del Cangrejo hace uso Rebeca García Nieto de diferentes registros y estilos tipográficos. Todo aquello de lo que se habla en los relatos parece sugerir nuevos sentidos, como si las cosas aludieran una y otra vez a otras cosas. Las ideas, además de propiciar hondas reflexiones, se vuelven hechos en esta excelente novela donde las referencias al cine y la literatura se deslizan de forma sutil por las páginas. Todo lo imaginable es una realidad posible, parece decirnos la autora. También necesaria, tal vez, si se desea seguir jugando a la vida.
Rebeca García Nieto se apropia de la idea que subyace bajo esta cita para construir con gran sentido de la ironía los siete relatos, de atmósfera kafkiana, que constituyen la primera parte de Las Siete vidas del Cangrejo. En esta aventura, se dice en uno de ellos, no gana quien llega antes, sino quien sigue sobre el tablero. Difícil, sin embargo, continuar el juego como si nada pasase cuando la vida se tuerce profundamente. “Hay veces en que esta te mete la cabeza en la taza del váter”, proclama un personaje del libro, “y amenaza con tirar de la cadena”. Son esas situaciones límites y la capacidad de hacerle frente al sufrimiento lo que une a los protagonistas, que en apariencia nada tienen en común, de esta novela coral. Viene a ser en la segunda parte del libro cuando se revela la interconexión estrecha entre los siete individuos.
En Las Siete Vidas del Cangrejo hace uso Rebeca García Nieto de diferentes registros y estilos tipográficos. Todo aquello de lo que se habla en los relatos parece sugerir nuevos sentidos, como si las cosas aludieran una y otra vez a otras cosas. Las ideas, además de propiciar hondas reflexiones, se vuelven hechos en esta excelente novela donde las referencias al cine y la literatura se deslizan de forma sutil por las páginas. Todo lo imaginable es una realidad posible, parece decirnos la autora. También necesaria, tal vez, si se desea seguir jugando a la vida.
FUENTE: EL QUINQUÉ. LA PROVINCIA-DIARIO DE LAS PALMAS.