Me quedo
perpleja cuando oigo hablar de novela autobiográfica. ¿No escribió Justo
Navarro que para contar el escritor sobre su propia persona ha de traducirse
antes a sí mismo? Quien se traduce a sí mismo se vuelve otro, de modo que es
ese otro quien le dicta lo que escribe. Rilke expresó una idea semejante que
convierte en sospecha cualquier intento de autobiografía. Una vez que los
recuerdos se han hecho carne, vino a decir, el escritor los pasa de nuevo por
la mente para escribirlos. Y en ese trayecto que va de los recuerdos al texto,
la memoria, en palabras de Ray Loriga, se comporta como el perro más estúpido
al que le lanzas un palo y te trae cualquier cosa. Por eso considero acertado y
divertido que Enrique Vila-Matas acuñara en uno de sus libros el término automitografía
para referirse a la impostura o falacia de cualquier autobiografía. ¿Qué está
inventando su imaginación que se presenta como memoria?, le pregunta un
personaje a otro en una novela de este escritor. En la misma línea se mueve
Rodrigo Fresán, quien escribe que los recuerdos son material sensible, volátil.
Incluso pueden hacer –añade– que lo olvidemos todo.
Se habla de novela autobiográfica y ambos conceptos parecen irreconciliables. Nadie podría negar que el escritor escribe solo de lo que conoce, bien directa o indirectamente. Para la escritura se vale de la propia experiencia, en la acepción más amplia del término. Pero la reelabora en la ficción. Y la ficción no distingue entre verdad y mentira. Lo contrario supondría negar la naturaleza de la literatura. Ficción es ficción y calificar de real un relato -escribió Nabokov- es un insulto al arte y la verdad. O como dijo Julian Barnes, las novelas cuentan mentiras hermosas, seductoras, que contienen verdades duras y correctas.
Existe la mentira que revela la verdad: esa es la ficción literaria, se lee en un libro de Joseph Roth. Es la idea que transmite Vila-Matas en una entrevista cuando le responde al periodista: “Si usted ha visto esos rasgos autobiográficos, significa que tiene información sobre mi vida cotidiana. Créame que cuanto más sencilla le parezca la relación entre una página de mi novela y mi vida, más se perderá la complejidad que pongo en movimiento en el libro, pues narro desde la ficción misma, es decir, lo real es creado a partir de la ficción.”