"El mundo es casi todo lo que no ves y donde no estás"
Carlos Skliar.-
Carlos Skliar.-
Leer
a Carlos Skliar es como darse ese baño de tumba del que habla Pablo Neruda en
su poema “No tan alto”: “Hay que darse un baño de tumba// y desde la tierra
cerrada// mirar hacia arriba el orgullo.” Cada pasaje de sus dos libros
titulados No tienen prisa las palabras y Hablar con desconocidos
supone una fabulosa cura de humildad. A través de fragmentos poéticos
conmovedores, Carlos Skliar parece denunciar, entre otros, la reducción de las
cosas a lo que se ve a través de las estrechas rendijas de la mirada. Cómo no
caer rendidos ante los pies de su escritura cuando leemos: “Abrir los ojos es,
en cierto modo, pedirle perdón a todo aquello que alguna vez hemos ignorado”.
Antes ha escrito que en los bordes laterales de los ojos habitan todas las
cosas que decidimos no mirar y que nos hablan a raudales.
Con gran
maestría aborda Carlos Skliar la distancia que va del ojo al objeto
contemplado. No parece entonces extraño que hable también de las cosas que
existen y no nos ven. “Por ejemplo: tu cuello no te ve. Una sombra no te sigue.
La aurora no está dedicada a nadie en particular.” Y matiza: “Pero eso no es
indiferencia. El mundo es casi todo lo que no ves y donde no estás.” Con
humildad coloca al ser humano en el lugar que le corresponde, lejos de toda
arrogancia. Así escribe en otro pasaje: “El secreto que no esperabas. En medio
de un bosque de simetrías, la flor que no debería estar allí. Arrancarla con
vehemencia o dejar que la tierra siga su propio curso. Sin ninguna de tus
dudas.”
Sus libros
reflexionan sobre el lenguaje y la escritura, cuestionando cualquier forma de
aprisionar la realidad. Porque no solo existe lo que puede decirse, este
escritor apuesta por una escritura abierta e inconclusa: “La escritura tiene
miedo de cerrar sus manos. De acomodarse. De sentirse satisfecha. De darse por
terminada.” Mientras tanto, declara que también se escribe de rodillas. “No
acuclillado. Ni inclinado. De rodillas, como pidiendo perdón a aquello que no
será nombrado”. De nuevo habla la humildad, pero como un modo de
agradecimiento, porque “lo innombrable”, escribe, “es lo que induce y seduce a
la escritura, una y otra vez. Tocando con la punta de la lengua lo que está
fuera de la lengua. Escribir es merodear con la voz todas esas palabras
deseosas de silencio.”
Carlos Skliar: No tienen prisa las palabras. Edit.Candaya. Barcelona, 2012.
Hablar con desconocidos. Editorial Candaya. Barcelona, 2014.