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Elisa Rodríguez Court vuelve a publicar un nuevo libro, La fiesta del tedio, dentro de la Colección Agustín Espinosa. Para la escritora grancanaria esta obra narra el cansancio de pareja y el amor como espejismo, a la vez que observa el tedio desde diversas perspectivas.
"Escribí 'La fiesta del tedio' basándome en ideas que me inspiran citas de libros"
Elisa Rodríguez Court vuelve a publicar un nuevo libro, La fiesta del tedio, dentro de la Colección Agustín Espinosa. Para la escritora grancanaria esta obra narra el cansancio de pareja y el amor como espejismo, a la vez que observa el tedio desde diversas perspectivas.
"Escribí 'La fiesta del tedio' basándome en ideas que me inspiran citas de libros"
"Enrique Vila-Matas es uno de mis principales referentes literarios, con una obra irrepetible", afirma.
Antonio Cacereño 24.11.2019 | 04:22
El título de su nuevo libro, La fiesta del tedio, suena a ironía. ¿No son la fiesta y el tedio términos que se contraponen?
Bueno, es un oxímoron que elegí de forma intencionada con ánimo de referir
irónicamente las excusas de las que se vale el protagonista, desde la visión de
la narradora, para celebrar su estado de desgana, su desidia, cuando no el
propio desgaste vital.
¿Podría aclarar un
poco el tema? ¿De qué trata su novela?
Es el relato de la narradora, una lectora empedernida de cincuenta y pico
años de edad, sobre la debacle de su relación amorosa con el que fue su maestro
literario, que le lleva unos años. Un ser al que idolatra y que, con el paso
del tiempo, ella desmitifica, descubriendo en él a una persona miserable que se
ampara en la literatura, y en concreto en la obra de Clarice Lispector, con la
única finalidad de enaltecer su tedio. En realidad, el argumento de mi novela
es un motivo para abordar no solo el cansancio de pareja y el amor como
espejismo, sino asimismo el tedio desde diferentes perspectivas, incluso como
estímulo para el individuo ponerse de nuevo en marcha, cuando no para denunciar
la inutilidad de lo útil, o la valía de lo inútil.
¿En su libro se habla
entonces de una ruptura amorosa?
Sí y no. Esa temática es la cáscara de reflexiones en torno a aspectos que
atañen a la tan complicada naturaleza humana y a la literatura. Mi novela no
constituye un texto orgánico. Prefiero la fragmentariedad en la escritura,
porque concibo la novela como un conjunto de piezas de un puzle inacabado e
inacabable. Me interesan, antes que las respuestas, las preguntas, las
reflexiones y el viaje interior. En especial, priorizo la intertextualidad, a
veces explícita, pero en la mayor parte de las ocasiones como procedimiento
compositivo.
¿De ahí que en La fiesta del tedio, al igual que en sus
otros libros, aparezcan innumerables referencias literarias?
Sí, esa presencia que nombras es lo que llamo intertextualidad. En este
sentido, concibo la creación literaria también como una manera de conversar
críticamente con la literatura y acerca de la literatura.
Suele decir que
escribe mientras lee.
Escribo leyendo y para seguir encontrando un motivo para la lectura. Más
bien, tal vez, para mantener mi pasión lectora. Devoro libros. Es mi modo de
respirar, el excedente de vida que trasciende la plana normalidad. De hecho,
escribí la mayoría de los pasajes de La fiesta del tedio basándome en ideas que
me inspiraban citas de libros. Citas a las que les doy la vuelta y busco otros
sentidos. También transcribo muchas de ellas en nuevos contextos, cambiando
apenas unas pocas palabras.
¿Qué opina del llamado
plagio en la literatura?
Defiendo el plagio, entendido como el resultado del esfuerzo que realiza el
buceador para hacerse con las perlas más preciadas. No es algo que me proponga.
Mi cabeza es un recipiente de citas que se pelean por tomar la palabra. Citas
ajenas y a la vez propias, porque solo se puede robar, creo, lo que se lleva
dentro. De lo contrario, pasaría desapercibido durante el proceso de lectura.
Las voces robadas parecen residir, por tanto, en el propio interior antes de
leerse en libros de otros. Quizá por eso dice Clarice Lispector, en relación a
la idea anterior, que los escritores se copian a sí mismos.
Precisamente a Clarice
Lispector le dedica usted su novela. ¿Por qué?
Porque escribí La fiesta del tedio mientras me sumergía en su obra,
dejándome contagiar de sus libros. Además de identificarme con sus experiencias
interiores, me interesa muchísimo su manera de abordar el lenguaje y sus
límites, el silencio y lo indecible. De todos modos, en La fiesta del tedio,
además de Clarice Lispector, están también presentes, expresa o implícitamente
y, con mayor o menor acierto, las voces de diversos escritores, como Mario
Levrero, Natalia Ginzburg, Elizabeth Hardwick, Julio Ramón Ribeyro, Peter
Handke,... Y, por supuesto, Enrique Vila-Matas, uno de mis principales referentes
literarios, cuya obra irrepetible me ha llevado a visitar tantos autores para
mí hasta entonces desconocidos.
He oído decir a
escritores que la escritura les "salva" de la muerte.
Pues a mí escribir me ayuda a mirar de frente a los ojos de la muerte.
Clarice Lispector escribía, dijo en cierta ocasión, desde su tumba. Estaba
muerta y escribía.