“Quien realmente me importaba no era ella, la amada, sino yo mismo, el que amaba. ¿No es siempre así? ¿Acaso el amor no es el espejo de oro bruñido en que contemplamos nuestros relucientes yoes?”
John Banville. Imposturas.
“La belleza quizá está en la exageración de las formas cotidianas que amamos. Creo que prefiero el reflejo a la realidad”.
Ricardo Reques. Piernas fantásticas.
Son diecisiete los relatos que componen Piernas fantásticas, libro de Ricardo Reques.
Recién publicado por la editorial Adeshoras, contiene ilustraciones
sugerentes de Soledad Velasco. Las imágenes de la cubierta del libro son
también de esta pintora e ilustradora.
Las piernas de mujeres, presentes en los cuentos, se vuelven un motivo que insinúan otras cosas. Suelen ser fascinantes y, como todo objeto bello, producen en los observadores tanto atracción como espanto. La belleza, se sabe, es la última barrera del horror. Las piernas se muestran cargadas de un conjunto amplio de significados potenciales a desentrañar. Símbolo de la sensualidad femenina y del afán de posesión de la mirada ajena, nombran con frecuencia una ausencia o una falta. Despiertan en los personajes del libro sentimientos encontrados. En los relatos asoman el sentido de fragilidad, la culpa, la tristeza, el alivio, el consuelo y desconsuelo, la envidia y los celos, el placer y la felicidad.
Eros y tánatos se dan la mano en los relatos. A veces literalmente, como ocurre, por ejemplo, en El secreto de Tramell, primer cuento del libro que recuerda la figura de la mantis religiosa capaz de devorar a su compañero durante o después del apareamiento. Otras veces se muere de amor por una pérdida real o imaginaria. Es el imaginario el lugar donde transcurre la mayoría de las acciones. Por eso también se pierde lo que nunca se ha poseído realmente, así como se producen muertes dulces. En Piernas fantásticas parece insinuarse que el deseo o la realización del amor pasa factura. Se paga una prenda, porque tener es asimismo perder. Sucede, a modo de botón de muestra, en el cuento La loba, en mi opinión, uno de los mejores, junto a El saxofonista de la calle Preciados y Dedicatoria. Con referencias implícitas a Shakespeare y a Macbeth, su atmósfera inquietante se asemeja, además, a ciertos relatos de Joseph Conrad. Su protagonista se sumerge en un viaje al fondo de la noche. Desea conquistar a una joven inmortal extremadamente bella y termina recibiendo, a cambio del amor correspondido, el peor de los castigos.
Piernas fantásticas contiene un amplio abanico de reflexiones filosóficas, pero persigue sobre todo la idea de la belleza. ¿Por qué seducen las piernas de las mujeres?, se pregunta uno de los personajes. Recuerdan a la tentadora serpiente del paraíso terrenal, piensa. Es una respuesta cautivadora, pero a la vez tan solo una contestación entre otras tantas posibles. No en vano escribe con cierta ironía Ricardo Reques que “siempre podemos inventar explicaciones para lo que no entendemos.”
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