sábado, 16 de junio de 2012
"DECIR NOCHE" EN LA REVISTA CULTURAMAS
Culturamas, la revista de información cultural en Internet recomienda Decir noche:
Decir noche, de Elisa Rodríguez Court. Por Rebeca García Nieto
Decir noche. Elisa Rodríguez Court. Eutelequia. 174 páginas.
Llueve con fuerza también en el jardín de estatuas sin ojos. Emily Dickinson deja de perseguir con su mirada a Lord Chandos, cierra la ventana de su cuarto y escribe una carta a A.T.W. Higginson, su preceptor (…) Habla de libros que no ha leído porque le tienen sin cuidado y finalmente escribe: “Mientras perdure Shakespeare, la Literatura es sólida”.
Decir noche, editado recientemente por Eutelequia, traspasa las fronteras de los géneros literarios, combinando magistralmente ficción, poesía, ensayo y metaliteratura. Con una acertada mezcla de lirismo y erudición, Elisa Rodríguez Court ha creado un espacio aleph donde Hofmannsthal, Kafka, Julian Barnes, Ricardo Piglia o Enrique Vila-Matas reflexionan sobre el acto de escribir. Al igual que en la eternidad se concentran todos los tiempos posibles, este borgiano lugar, el jardín de estatuas sin ojos, es un punto en el espacio que contiene todos los mundos habidos y por haber, lo que hace posible el diálogo entre genios de la literatura cuyas vidas transcurrieron en distintas épocas y lugares.
Partiendo del famoso estupor del que fue presa Lord Chandos al darse de bruces contra los límites del lenguaje, Decir noche bucea en las vivencias de distintos escritores que en algún momento sufrieron “el desfallecimiento de la palabra”. Hay algo peligroso en el lenguaje, algo que puede arrastrarte irremediablemente a tus propias profundidades si te dejas llevar por él, pero no solo Montanos y Bartlebys confluyen en este jardín… Encerrados tras sus rejas, escritores entregados en cuerpo y alma a la literatura, como Flaubert o Woolf, disfrutan de una libertad infinita: escribiendo son otros, pasean por lugares donde nunca han estado o flotan en alta mar mientras caminan sobre tierra firme.
Decir noche es un homenaje a la literatura. Escritores, lectores que se adentran en un libro cuando buscan una puerta de salida y, por supuesto, mirones tienen cabida en este peculiar jardín en que uno entra y no desea volver a salir.