sábado, 30 de junio de 2012

TRES TÍTULOS: 20 POLVOS, LOS CHINOS Y DECIR NOCHE, EN "ACUSE DE RECIBO", DE ANTONIO BORDÓN




Decía Nietzsche que “quien no dispone de dos tercios del día para sí mismo es un esclavo”. Valga esta sentencia para excusarme por no haber dado acuse de recibo de los libros que asiduamente me llegan por correo. Algunos títulos esperan en mi mesilla de noche desde hace un año para ser leídos o “leerme”. El escritor israelí David Grossman, en En la piel de Gisela, habla de los “libros que lo han leído”. Como quiera que sea, de entre el montón de libros que hacen equilibro al borde de la mesilla selecciono tres títulos de autores canarios: 20 polvos (Mi cabeza editorial), de Rafael Fernández, Los chinos (Ediciones Vitruvio), de Nicolás Melini, y Decir noche (Eutelequia), de Elisa Rodríguez Court.

No es nada habitual encontrar escritores jóvenes que hagan del libro que andan escribiendo su única manera de vivir. Muy pocos reconocerían que lo que más les importa es trasladar el pequeño accidente de la existencia al libro que tienen entre manos. Es más: son muy pocos quienes estarían dispuestos a convertir su vida en caligrafía. Ese es el signo de los excepcionales y es el signo (o el sino) de Rafael Fernández, cuyo primer libro 20 polvos narra sus aventuras eróticas, como un moderno Casanova para el que no hubiera diferencia entre la realidad y sus deseos. Texto difícil de evaluar; no novela, sin duda, tampoco diario; quién sabe si un ardid para contarnos cómo y por qué empezó a escribir.

Veinticuatro poemas integran Los chinos, el último libro de poesía de Nicolás Melini que habla de la derrota, de las derrotas y, también, del deseo, que a veces se entremezcla con aquéllas. A todos los define un rasgo que trasciende los datos del estilo o los materiales temáticos allegados: son personales. Personales antes que estilísticamente novedosos u originales, pese que hay en ellos una voluntad fuerte de ruptura con las poetas de su entorno: “Me hace gracia... / Todos esos poetas que / se inventa un / mundo / supletorio / son muy divertidos. / No tienen ni / idea de éste y / sin embargo se ponen / a hablar / desde otro. / Como / ventrílocuos... Viven / aquí pero nos hablan desde allá / no se sabe muy bien dónde”. Melini, siempre claro, exigente, sincero, sabe que con este libro se la juega y no precisamente a los chinos.

No hay ninguna duda que Elisa Rodríguez Court despide literatura por sus cuatro costados. Decir noche nos muestra a una escritora curtida en letras y en propósitos narrativos ambiciosos. De igual modo que durante la vejez asoma al rostro la calavera que determina sus rasgos, así también en sus páginas destaca con claridad los autores que han conformado su mundo: Hofmannsthal, Kafka, Woolf, Vila-Matas. Y, al igual que en la obra del autor de Carta de Lord Chandos, no sólo habita el fantasma de la desazón al hallar “imposible expresar un juicio sobre […] cualquier cosa”, sino también el desafío de construir con palabras una obra que vaya más allá de su condición de crónica de las batallas que se libran en cualquier conciencia cuando se afana en atrapar las cambiantes formas de la vida.


ANTONIO BORDÓN, publicado en La Provincia, 28 de junio de 2012