El mar trae
siempre relatos y leyendas fascinantes. Obras de arte, como el fresco la Balsa
de la Medusa pintado por Théodore Géricault en el siglo XIX. El cuadro,
sobrecogedor, se inspiró en la tragedia que sufrió un barco francés, llamado Medusa.
Este encalló frente a las costas africanas a causa de un temporal. Cerca de
ciento cincuenta pasajeros quedaron a la deriva en una balsa construida de
forma apresurada y solo quince de ellos lograron salvarse. Los
supervivientes se vieron obligados a soportar el hambre, la deshidratación, el
canibalismo y la locura. Trece días estuvieron perdidos en alta mar y un
carguero los rescató por azar. Las autoridades de Francia no intentaron ni tan
siquiera buscarlos. Todavía más: un barco de la marina francesa los vio y pasó
de largo. El gobierno censuró toda información de los hechos en los medios de
comunicación. Se cuenta que Géricault pintó la Balsa de la Medusa
para dar a conocer la tragedia y dos años estuvo prohibida su
exposición al público.
El cuadro representa en detalle la escena final: el momento espeluznante en que los náufragos avistan la fragata de la marina francesa que no los rescatará. Ahí aparecen retratados los personajes, vivos entre cadáveres putrefactos y mutilados, y sus expresiones de dolor y esperanza, desespero y entusiasmo. Hombres agitan sus camisas al horizonte en una balsa casi deshecha por el oleaje. El temporal arrojó a los pasajeros al mar, pero la deliberada ausencia de socorro mató a la mayoría de ellos.
exposición al público.
El cuadro representa en detalle la escena final: el momento espeluznante en que los náufragos avistan la fragata de la marina francesa que no los rescatará. Ahí aparecen retratados los personajes, vivos entre cadáveres putrefactos y mutilados, y sus expresiones de dolor y esperanza, desespero y entusiasmo. Hombres agitan sus camisas al horizonte en una balsa casi deshecha por el oleaje. El temporal arrojó a los pasajeros al mar, pero la deliberada ausencia de socorro mató a la mayoría de ellos.
La Balsa de la Medusa cuelga en la actualidad en el Museo Nacional del Louvre. Su tono apasionado y tétrico, con la figura del hombre desconocido como protagonista de la historia, lo han convertido en uno de los cuadros insignes del movimiento romántico francés. Recibe miles de visitantes al año, que se emocionan con su inquietante belleza. Mientras tanto, otros miles de desconocidos siguen naufragando en tierra y en el mar. Escapan de la guerra y no encuentran ni puerto, ni auxilio. Solo alambradas e indiferencia.
FUENTE: EL QUINQUÉ. LA PROVINCIA-DIARIO DE LAS PALMAS.