PASAJE DE AIRE DE DYLAN DE ENRIQUE VILA-MATAS SOBRE LOS ESCRITORES Y EL TRABAJO SECRETO CON LA CONCIENCIA, LEJOS DEL GRAN ESPECTÁCULO DEL MUNDO:
"Me entretuve en el bar con un colega muy pesado (...) que no paró de hablarme de la cantidad de cosas con las que tenemos que competir los novelistas en el mundo actual, tantas - me decía desesperado ese horrible colega- que se planteaba tirar la toalla, porque hoy en día obtener la atención para una novela es mucho más difícil de lo que antes solía serlo, pues cada vez los escritores debemos convivir con más atracciones y diversiones, crisis económicas, invasiones de países árabes, rivalidades futbolísticas, amenazas para la supervivencia, hambrunas y crímenes horrorosos, podridas bodas reales, terremotos devastadores, trenes que descarrilan y no precisamente en la India...
Rearmándome de una sensatez
que siempre he detestado, pero que a veces he de rescatar de lo más hondo de mi
espíritu para corregir a los idiotas, le expliqué que era monstruoso y absurdo
ver como "rivales" a todas esas cosas que me había estado
nombrando. ¿O es que no lo comprendía? Le cité una caricatura que había hecho
de un intelectual el dibujante Daumier; en ella se veía a una dama de
aspecto severo que hojeaba enfadada el periódico en la mesa de un café.
"No hay más que deportes, caza y disparos. ¡Y nada de mi novela!", se
quejaba.
Ahí estaba, bien evidente, el gran
error: creer que un libro tenía que competir con el último asesino en serie o
con el último caudillo árabe destronado. ¿O acaso escribimos para los que
siguen las noticias de lo que ocurre en Wall Street, en Siria, en Libia, en
Irak, en Grecia, en Japón y en la pujante China?
Los hacedores de esas noticias
todas tan tremendas, decía Bellow, piensan en la conciencia como un territorio
que se acaba de abrir para los colonizadores y la explotación, una especie de
fiebre por la tierra de Oklahoma. Pero en realidad el escritor le habla a un
lector indefinido, pero que de algún modo imagina que tiene que ser como
él, alguien que no se deja ahogar del todo por los cien mil atractivos de
Oklahoma y en cambio se muestra interesado por el esfuerzo grandioso que
hay que hacer, a menudo un esfuerzo secreto y más escondido, para poner en
orden la confundida conciencia.
Ese trabajo secreto con la
conciencia, traté de explicarle al odioso colega, que miraba cada vez más hacia
otro lado, se desarrolla en perímetros alejados del gran espectáculo del mundo.
(...)
Ese trabajo secreto con la
conciencia no se ve jamás en la televisión, no es mediático, habita en las
viejas casas de la vieja literatura de siempre".