La duración del viaje cubría la extensión de la distancia de manera natural. Se estaba acostumbrado a esas lentas velocidades humanas por tierra y por mar, a esos retrasos, a esas esperas del viento, las escampadas, los naufragios, el sol, la muerte. (...) Fue, en efecto, durante su juventud cuando se establecieron las primeras líneas de avión que, progresivamente, deberían privar a la humanidad de los viajes a través de los mares.
Marguerite Duras
(Marguerite Duras, EL AMANTE. Traducción de Ana María Moix, Círculo de Lectores.)