jueves, 25 de abril de 2013

CELEBRAR LA LITERATURA



Estoy en el supermercado y mi vista se fija en un hombre joven y manco detenido ante el mostrador de la carne. Parece no haber alcanzado todavía los treinta años. 
De pronto caigo en la cuenta. Le conozco. Le he reconocido porque lleva al cuello un grotesco gorro de plástico. También por el perro sentado a la entrada del súper, un perro vagabundo que le siguió sus pasos y al que terminó adoptando.

Es el narrador de Lejos de Veracruz, novela de Enrique Vila-Matas. Tiene 27 años y es un joven viejo, un ser que se siente acabado. No obstante, no lo aparenta. Se le ve sonriente y amable con la gente. Probablemente se muestre ahora igual de feliz que cuando fue recientemente agasajado por los empleados y los clientes del supermercado. El motivo: en combinación con el cupón de los ciegos, le tocó una gran cesta de la compra, suceso del que ha dado cuenta en el dietario que escribe en su rincón lejos del mundanal ruido.


“Somos quien no somos, y la vida es veloz y triste”, recuerdo ahora que se iba diciendo él, tan metafísico, mientras iba a buscar esa mañana su premio. Angustiado, “pensando que el propio vivir es morir”, y andando como un sonámbulo bajo la lluvia, y con el maldito perro tras él. “Yo en el supermercado”, ha escrito, “mostrando mi boleto y recibiendo entre sonrisas y felicitaciones mi premio. Yo, poco después, confesando a un ama de casa y a dos empleadas lo satisfecho que me sentía por mi suerte. Y luego, el penoso trance del lento regreso, arrastrando con mi única mano, bajo la lluvia, ese carro de la compra tan monumental, repleto de lejía, galletas, zumos, empanadas y botellas, latas de almejas y panecillos, embutidos y no sé cuántas alegrías más. Bajo la lluvia y con la clara impresión de que todo el mundo me envidiaba. Todos preguntándose quién sería ese hombre tan feliz y afortunado, ese hombre de paso lento y perro fiel. Así es la vida. Todo lo que vemos o pensamos está siempre equivocado.” 

FUENTE: LA PROVINCIA/ DIARIO LAS PALMAS