viernes, 11 de enero de 2013

IGNORANTES


Yo tampoco nunca he sabido cómo funcionan los televisores, por qué vuelan los aviones o cómo viaja la voz por los cables telefónicos, desconocimiento que reconoce el narrador del libro de Rodrigo Fresán titulado La velocidad de las cosas.

No tengo ni la más remota idea de cómo se hace la luz una vez que aprieto el interruptor para sacudirme de encima la noche.

Jamás me he planteado por qué suben los ascensores y por qué no se llaman "descensores", aunque experimente que estos no solo suben, sino también bajan.

Desconozco cómo se manejan los duendes del aire para hacer llegar correos a través del ordenador a lugares cercanos y lejanos. Menos aún sé cómo se sostienen en una "nube" las imágenes, la información, los datos, o cómo es posible la comunicación virtual instantánea...

No me he planteado por qué se abren automáticamente las puertas de un establecimiento al pisar justo a la entrada.

Desconozco cómo llega el agua al váter y por qué conductos se desplaza una vez que se tira de la cadena.

No sé por qué se mantiene fría la nevera; qué hay detrás de un enchufe, además de un conjunto de cables; cuál es el mecanismo que enciende un fogón y nos permite cocinar; cómo funcionan la ducha, el microondas, el termo, la estufa, la radio...

Y si nuestros hijos nos preguntaran, como lo hace la pequeña Hilda a Daniel, su padre, en el libro de Rodrigo Fresón, qué es la nieve, de dónde viene, cómo se origina y para qué sirve, es probable que respondiéramos como contestó este a su hija. Ambos caminan bajo la nieve "y Daniel primero le dice a Hilda que no tiene la más puta idea, que la nieve sirve para que todos los taxis desaparezcan, y después sonríe. Después lo piensa mejor y le cuenta a Hilda que, en realidad, la nieve es la caspa de Dios. Que Dios cuando se enoja sacude su cabeza y tiene mucha caspa y la caspa se cuela por los agujeritos en el cielo, por las estrellas ahí arriba".

Fuente: El quinqué. La Provincia/Diario Las Palmas